La principal aplicación de la frita cerámica es la fabricación de esmaltes cerámicos. Cuando los esmaltes son aplicados en la superficie de bizcochos cerámicos y después cocidos, confieren una capa impermeable, protectora y decorativa, proporcionando al azulejo su belleza y características técnicas específicas, como la impermeabilidad, la dureza y la resistencia al rayado, a los ácidos, a la abrasión y los detergentes, etc...
Entre la base arcillosa de la baldosa y el esmalte se coloca el engobe, superficie que facilita el acoplamiento de la base con el esmalte cerámico.
Existen diversas tipologías de esmaltes en función de su estado físico y forma de envasado. En su mayoría están compuestos por fritas, materias primas no fritadas, aditivos y colores cerámicos. Los aditivos son sustancias que se añaden con el fin de que el esmalte, una vez molturado, tenga la estabilidad y propiedades adecuadas a la aplicación a que se destine.
En la preparación de esmaltes se pesan los componentes de forma individual y se juntan en un recipiente (en una tolva, una bolsa grande o un bidón). Una vez formuladas, las composiciones pueden enviarse como tales al cliente, ensacadas en forma sólida, o bien destinarse a un proceso de molturación húmeda obteniendo suspensiones acuosas de esmalte, resultado de someter una composición a un proceso de molturación con agua en molinos de bolas. A la suspensión que resulta se le denomina barbotina. También pueden molturarse en seco y utilizarse en una suspensión de agua y/o en seco para aplicaciones especiales.
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